sábado, 12 de marzo de 2011

El principio del fin

Lo ve a lo lejos llegar. Espero que sea éste. El 120 se acerca a la parada. Él espera inquieto. Se toca el pelo, mira de reojo la puerta que se abre para dejar bajar a los pasajeros. Mira el suelo, le gusta hacerse el despreocupado, aunque se muere de ganas. Vuelve a levantar la mirada y en ese momento la ve. Sus ojos se encuentran y automáticamente se dibuja una sonrisa en ambas caras. Los minutos de espera han sido eternos, pero han valido la pena, ella está realmente guapa. Se acerca a ella, le coge la mano.
Lo mira a los ojos intensamente. No se puede creer que esté con él. Le divierte pensar lo que pensarían sus amigas si la vieran en ese preciso instante. Se aleja un poco y lo contempla en conjunto. No tienen nada que ver. Son estilos completamente diferentes y sin embargo hay algo que los empuja a intentarlo. Quizás sea ese su atractivo. Él es diferente al resto. Y en muchos aspectos ella siente que se complementan a la perfección. Pero sin embargo, siguen asaltándole dudas.
Juntos andan por las calles de Madrid, es Agosto y brilla el sol. Ella adora los paseos con él. Son como visitas turísticas. Él conoce la historia de cada estatua, monumento, calle. Ella escucha atenta y prefiere no decir palabra para no estropear el momento. Él sonríe al mirarla.
Se sientan un rato en un banco al sol. Él rodea su cintura con sus brazos y entrelaza sus dedos entre los suyos. Se siente tan segura a su lado. Y sin embargo, la impaciencia de él hace que un momento tan bonito acabe convirtiéndose en algo realmente incómodo.

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